Amigos

martes, 15 de junio de 2010

PASIÓN DE ÁNGEL - CAPÍTULO 5

Capítulo 5



Logró llegar hasta la puerta. La abrió y vio a Zoe en el rellano.
- ¡Buenas, guapa!- entró y dio dos besos a su amiga.
- Hola.
- ¿Te pasa algo?- preguntó preocupada la muchacha.
Ella hizo una pausa y le contó lo que le había pasado hace unas horas. Cuando ésta terminó, la amiga se quedó pensativa. Le dijo que debería contestarle, pero que eso ya era cosa suya.
Subieron a la habitación. Zoe se sentó en la cama y Naiara en la silla del escritorio; enfrente del ordenador y pensando, a su vez, qué responderle. Después de un rato reflexionando, le llegaron las palabras y escribió:
"No te conozco y te he agregado para hacerlo. También me pareces un chico interesante y por eso te he aceptado la invitación, a parte que veía que no tenía otra salida. Tal y como te comportaste... como para no llamar mi atención. Un beso".
Naiara leyó el mensaje a su amiga y ésta asintió; confirmando que estaba bien y recomendando que incluyera alguna pregunta para conocerlo más. Ésta accedió a indagar como se llamaba, qué edad tenía, a que se dedicaba y que hacía en su tiempo libre.
Mientras esperaban para recibir respuesta, pusieron música. Comenzaron a bailar No Quiero Verla Más, de Estopa con Macaco. Cantaban al son del estribillo.

Sonaba algunas canciones variadas más y pulsó el stop del reproductor.
Mediante que Naiara iba a buscar una silla para su amiga y se pudieran sentar juntas para cuando contestase el chico guapo de la cafetería, Zoe le llamó desde la habitación.
- ¡Naiara!- gritó.
- ¡Voy!- se escuchó desde el pasillo.
Apareció con la silla a cuestas y, como su amiga había ocupado su lugar, no le quedó otra alternativa que sentarse en la que había traído.
Zoe señaló con el dedo índice la pantalla del ordenador para que su amiga lo viese. Se quedaron las dos mirando fijamente al monitor cuando comprobaron, que el chico de la cafetería, estaba conectado. Las dos chicas leyeron su nick para sí mismas:

"Es más difícil desenamorarse que tomar decisiones complicadas".
ɞɞɞɞɞ
Al otro lado de la pantalla, se encontraba un chico que se había conectado al Messenger para ver su correo. Se dio cuenta que alguien estaba conectado. Leyó atentamente el nick:

"si pudiera soñar, sería contigo; y no me avergonzaría de ello".

No sabía mucho de la historia, pero estaba convencido de que esa frase pertenecía a un libro muy famoso en muchos países: Crepúsculo. Sonrió y escribió, enterado de quien era.
- ¡Hola, mi ángel!- esperaba y deseaba que contestase.
ɞɞɞɞɞ
Naiara leyó que le habían escrito un mensaje en el Messenger. Creyó que era mejor responder. En su fuero interno se impacientaba por saber y conocer más sobre ese chico encantador y sorprendente.
- ¡Hola guapo!
- ¿Qué tal está la chica más guapa que he conocido?
A Naiara se le sonrojaron las mejillas y le salió una sonrisa en la cara. Se dio cuenta hasta su amiga.
- Bien, ¿y tú? Y de guapa nada- replicó seguido de un emoticono sonrojado.
- Antes bien. Ahora mejor que bien al hablar contigo. He leído tu e-mail y te iba a contestar, pero ya que te pillo conectada te lo digo por aquí si no te importa.
- ¡Vale!
- Me llamo Daniel y tengo veintidós años. Estoy trabajando en un bufete de abogados mientras estudio la carrera. En mi tiempo libre me gusta leer, escribir, hacer deporte, tocar el piano... pero lo que más me apetece es hablar contigo. Me encantaría seguir en contacto contigo y volver a verte. ¿Qué me cuentas de ti?
Ella y Zoe leyeron el párrafo que había escrito el chico guapo. Naiara pensó y respondió.
- Me llamo Naiara y tengo dieciséis años, pero me queda dos meses para los diecisiete. Estoy estudiando primero bachillerato y en mi tiempo libre me gusta salir con mi amiga Zoe y pasármelo genial.
- Eso está muy bien. Me encantaría quedarme, pero tengo que irme a la oficina. Un beso mi ángel.
- Un beso- se despidió.
Naiara y Zoe hablaron durante horas sobre la conversación. Se marcharon a dar una vuelta y luego se despidieron yéndose cada una a su casa.
Aún no saben que tendrán más cosas que contarse antes de que salga el sol.

PASIÓN DE ÁNGEL - CAPÍTULO 4

Capítulo 4



Comenzaron a entrar unos rayos de sol por las rendijas de la ventana, lo que indicaba que ya había amanecido y empezaba un nuevo día. Era sábado y quedaba mucho fin de semana por delante.
Naiara se desperezaba lentamente. Tenía la sensación de haber dormido durante días. Apartó las sábanas y mantas hacia un lado de la cama y se incorporó. Se quedó sentada encima de la cama mirando hacia el armario; pensando qué ponerse. Al fin se decidió por algo cómodo y sencillo. Una camiseta negra de manga corta con un sol pequeño en el extremo derecho de color amarillo, unos vaqueros del mismo color que el sol y unas zapatillas negras de Nike. Después de vestirse bajó hasta la cocina, donde estaba su madre tomando un café recién hecho de la cafetera.
- ¡Buenos días, mamá!- saludó Naiara.
- ¡Buenos días hija! ¡Te has levantado temprano!, ¿qué quieres desayunar?- respondió Julia.
- Me eché pronto y ya no tenía sueño- contestó-. No te preocupes, cojo algo y me subo- añadió al poco tiempo.
- Vale, cariño.
Naiara fue al frigorífico y cogió una bolsa de pan Bimbo; untando mermelada de manzana, que estaba riquísima. Era cosecha de su madre. Pensaba en hacerlo ella un día, pues le enseñó Julia cuando la estaba preparando.
Sólo debía hervir trozos de manzana, batirlas cuando ya estén cocidas y dejarlo enfriar.
Naiara volvió a la realidad cuando sonó el teléfono. Su madre se levantó para cogerlo. Ella, en cambio, regresó al frigorífico. Con un vaso en la mano, cogió un cartón de zumo de naranja y se lo sirvió. Puso las tostadas en la tostadora y sacó la mantequilla.
Volvió Julia con el teléfono y se lo tendió a su hija, que hacía un gesto con la cara para que lo cogiese. Naiara respondió.
- ¿Sí?
- Cariño, ¿qué tal?- se escuchó la voz de Zoe al otro lado del teléfono.
- Pues... bien, ¿por?- respondió Naiara con voz sorprendida por la llamada de su amiga.
- Te telefoneaba para decirte si querías que esta tarde suba a tu casa, ¡que tenemos que hablar!- comentó la rubia con un tono alegre a su interlocutora.
- Vente a la hora que quieras. No tengo nada que hacer, pero ahora estoy desayunando.
- Vale guapa, a las cuatro estoy allí. Un beso- se despidió Zoe.
- Un beso.
Cuando colgó el teléfono, vio que las tostadas y el zumo ya estaban encima de la mesa; listos para comer.
- ¿Qué quería Zoe?- preguntó Julia a su hija.
- ¡Nada! Quería hablar conmigo de algo, no sé. ¡Gracias por el desayuno!
- De nada cariño. Pensé que tendrías hambre después de colgar y las tostadas ya estaban hechas- le sonrió con cariño.
- ¿Sabes algo de David?- cuestionó Naiara por su hermano mayor, que estaba en la academia de policía.
- Llamó ayer por la tarde, después de que te marcharas. Preguntó por su hermana favorita- dijo Julia sonriendo.
Naiara asomó una sonrisilla de felicidad al escuchar eso. Para ella también era su hermano favorito, pese a que sea el único que tenía.
- Y, ¿qué te ha dicho?- hizo un puchero al no haber estado presente cuando ocurrió.
- Cree que podrá venir, como muy pronto, dentro de dos o tres semanas- respondió su madre.
Se quedaron en silencio. Al rato después...
- ¡Me subo a mi cuarto!
Julia asintió con la cabeza y dio por finalizada la conversación.
Pasaron horas entre estudiando, leyendo y navegando en internet.
De repente, Naiara se acordó de aquel chico del bar. El mismo que ayer por la tarde les invitó sin conocerse de nada. Era guapo. Pelo moreno, ojos verdes oscuro, complexión delgada y de piel café, como si hubiese tomado un poco el sol en la playa. Los labios gorditos y carnosos, una manera que hacía que su sonrisa fuese perfecta y maravillosa. Vestía camisa azul marino de raso y un pantalón de tela del mismo color. Sus zapatos no los vio, pero imaginaba que también serían azules o negros; combinándolos con la ropa o el abrigo. Llevaba un maletín de piel negra y lo tenía encima de la barra, apoyado en la pared. Le vino la nota a la memoria, precisamente una parte:
"Cuando he entrado, me he quedado fascinado por ver a un ángel tan hermoso como tú", seguido de su dirección de correo. Esto último le hizo volver a la realidad y entrar en el Messenger para ver si se encontraba conectado. Pero no estaba. No había nadie, sólo unos amigos de clase y un mensaje de correo.
- ¿Un mensaje?- se preguntó a sí misma sorprendida.
Pinchó en la imagen del sobrecito y le dio al primer mensaje de la bandeja de entrada, que estaba en negrita. No exponía nombre ni asunto, pero leía el correo de quien había sido enviado. Ponía dani22@hotmail.com.
Dudó un momento en abrir el mensaje, pero la curiosidad pudo más. Lo abrió y empezó a leer:

"Cierto que no me conoces de nada, aun así aceptaste mi invitación y lo más importante: me has agregado. Así que algo he logrado: llamar tu atención. Espero poder volver a verte, mi ángel. Un beso".
Naiara, al leer el e-mail, se le escapó una sonrisa y lo volvió a leer un montón de veces. No sabía si contestarle o esperar a que su amiga viniese para dar su opinión.
Con ese pensamiento, llegó la hora de que Zoe apareciera. En ese momento sonó el timbre de su casa y Naiara fue a abrir.

PASIÓN DE ÁNGEL - CAPÍTULO 3

Capítulo 3



La joven morena, llegaba al lugar de encuentro. Veía a su amiga apoyada en la pared y mirando por el lado contrario de donde venía ella, así que pensaba en darle un pequeño susto. Mientras lo meditaba, y riéndose al mismo tiempo, aceleraba el paso cuidadosamente para que no le oyese llegar.
- ¡Bú!- dijo Naiara dando un pequeño salto para llegar al lado de su amiga.
- ¡Aaah!- gritó Zoe mientras daba un brinco hacia atrás y apoyaba su mano derecha en el pecho por el susto- . ¿Estás loca? ¿Quieres matarme de un ataque al corazón?
- No. Solo quería asustarte, no matarte. Además, que no es para tanto. ¡No seas tan exagerada!- comentó riéndose.
- ¡Muy graciosa! Te la devolveré, ya lo verás.
- ¡Uy qué miedo!- contestó Naiara mientras hacía temblar sus manos a propósito.
Se quedaron mirando en silencio y se echaron a reír a la vez.
Las dos amigas discutían por el lugar donde iban a ir. Se decidieron por un bar que estaba a unos metros más adelante. Por el camino, fueron riéndose porque habían visto algunos parecidos a los famosos; como Woody Allen o Mr.Bean.
Llegaron al local y entraron hasta la barra, donde el camarero las vio. Se dirigió hacia ellas para servirlas.
- Hola, buenas- saludaron las dos al unísono.
- Buenas tardes. ¿Qué queréis tomar?
- Quiero una Coca-Cola Light, por favor. ¿Tú que quieres?-comentó Zoe dirigiéndose al camarero y luego mirando a su amiga.
- Un zumo de melocotón- respondió ésta.
- ¿Queréis algún pincho?- les preguntó el sirviente.
- ¡Sí! una ración de patatas bravas- contestó Zoe.
El empleado fue a coger las bebidas, puso en un plato unas cuantas patatas con forma cuadrada y una salsa rosa por encima. Lo introdujo en el microondas y las calentó durante menos de medio minuto, ya que el microondas le iba mal y a veces ni calentaba.
Las dos fueron a buscar los refrescos y se sentaron en un rincón del bar, mirando con dirección a la puerta para ver quién entraba.
Al poco rato, llegaban las patatas hacia la mesa de las chicas.
Pasaba el tiempo mientras Naiara y Zoe hablaban del examen que tenían el jueves.
Estaban tan entretenidas en sus cosas, que no se dieron cuenta de que había entrado un chico y les había mirado. Terminaron sus bebidas y el pincho, cuando se acercó el joven hacia ellas con una libreta y bolígrafo.
- ¿Queréis otra cosa o lo mismo que antes?- Las amigas se quedaron pensativas y se miraron a los ojos.
- No queremos nada más, gracias. Solo tenemos para pagar esto- respondió Naiara.
- Lo que pidáis ahora no tenéis que pagarlo vosotras. Os invita el chico que está al fondo de la barra- contestó el empleado mientras le indicaba a las amigas, con el dedo, el joven que entró antes y se encontraba al fondo de la barra con un abrigo negro encima. Sus manos estaban apoyadas en éste, leyendo un periódico.
Las muchachas se miraron; y tras hablarlo en bajo para que el camarero no les oyese, siguieron respondiendo que no. El hombre se dirigió hacia la barra y el chico lo llamó, mientras que Zoe y Naiara no le quitaban el ojo. Volvió el trabajador y le entregó una nota doblada a Naiara:

"No quiero que te asustes ni pienses nada raro. Solo quiero invitaros a lo que queráis porque cuando he entrado, me he quedado fascinado al ver un ángel tan hermoso como tú. Pido que aceptes mi invitación, y si te apetece que nos conozcamos más, agrégame a esta dirección: dani22@hotmail.com. Un beso".
Naiara se quedó con la boca abierta seguidamente de Zoe, que no paraba de interrogarla; preguntándole que de qué lo conocía. Ésta le respondía que de nada.
Regresó el camarero a la mesa y les volvió a preguntar. Esta vez sí accedieron a la invitación y Naiara pidió una hoja y un bolígrafo. En ella escribió:

"He aceptado la invitación, pero no te conozco de nada. Gracias, un beso".
Se la tendió al empleado. Pidió que se lo entregase cuando ellas se hubieran marchado y que le trajese la cuenta. El hombre le respondió que la primera ronda la había pagado el joven de la barra. La segunda consumición corría a cargo del mismo, así que fueron invitadas gracias a él. Zoe pensó en que si lo llegaba a saber, no le hubiese pedido los cinco euros a su madre. Esta vez se los guardaría.
Naiara pensaba si agregarlo o no cuando llegase a casa. Sentía mucha curiosidad.
Se terminaron lo que habían pedido y se marcharon diciendo adiós al camarero.
Caminando cada una hasta su vivienda, hablaban de lo sucedido.
Naiara llegó a su habitación y se conectó al MSN. Su amiga se encontraba en línea y hablaron un rato:
- Naiara, ¿lo vas agregar?- preguntó Zoe ansiosa.
- No sé. Es que me muero de curiosidad. Y es bastante guapo- respondió ella mordiéndose el labio instintivamente.
- Eso sí es verdad. Pues añádelo a ver que te dice.
- ¿Debería?
- ¡Oh sí, mi ángel!- carcajeó la rubia.
- ¡No hace gracia, Zoe! La verdad que es bonito lo que ha puesto en la nota.
- Muy bonito- rió-. Venga hazlo.
- ¡Vale!
La muchacha lo agregó, pero nadie se conectó.
- ¡Qué! ¿Está?-insistió la amiga.
- Que va, no está conectado- respondió ella con un poco de tristeza sin darse cuenta.
- Bueno guapa, me marcho a estudiar. Ya me contaras- añadió una imagen de un beso.
- Un beso. Te quiero mucho- se despidió.
Lo que no sabía Naiara, es lo que le pasará de ahora en adelante.

PASIÓN DE ÁNGEL- CAPÍTULO 2

Capítulo 2




Al otro lado de la ciudad, una joven tenía puesta la música en el ordenador. Zoe cantaba Tan solo tú de Nek con Laura Pausini. Intentaba imitarlos con un cepillo a modo de micrófono, viviendo la canción como si fuese alguno de ellos.
Paraba de vez en cuando de cantar para vestirse, pues no quería llegar tarde al lugar donde había quedado con Naiara. Cualquiera la aguantaba si llegase un minuto tarde.
En la habitación, regresó el silencio cuando se escuchó que alguien llamaba a la puerta. Zoe le dio al pause.
- Adelante- la puerta se abrió y vio que era su madre.
- Cariño, ¿podrías bajar un poco la música? tu padre está trabajando en el estudio.
- ¡Si mamá! ¡La bajaré un poco!- contestó con fastidio- ¿Me podrías dar algo de dinero para poder comprarme un helado? ¡Por favor!- continuó al poco rato, mintiendo en la razón por la que pedía ese dinero.
Su madre no le gustaba que su hija frecuentase los bares. No le agradaba el ambiente tan cargado que se cocía en esos locales. “Los borrachos y los locos van siempre de la mano junto con su primo el humo” era siempre su dicho. Ella, pensaba que no era un lugar para una niña. Porque la veía como su hija pequeña y hacía apenas un mes que estaba en su cuna. Y la manera de cómo pasa el tiempo, lo notaba ahora. Su marido Roberto, se dedicaba a agente de bolsa, mientras que ella, solo era una recepcionista de hotel.
Ana dudó un poco.
- ¡De acuerdo!, pero no quiero que llegues tarde a casa, ¿entendido? ¡Tienes que estudiar!- respondió al cabo de unos minutos.
- ¡Que sí, mamá!- Y dieron por finalizada la conversación.
Al final le dio los cinco euros y se marchó, no sin antes repetir a su hija, que volviese pronto para estudiar.
Se dirigió por el pasillo hasta el salón; pensando que Zoe estaba creciendo demasiado deprisa. Más de lo que ella querría. Llegará un momento en que su niña se marchará de casa.
Le entró la melancolía y el miedo por pensar que ese instante se aproximaba tarde o temprano. Era ley de vida y con eso se intentaba consolar.
La joven estaba terminando de vestirse. Se pintó un poco la línea inferior de los ojos con un lápiz negro y se aplicó en los labios un brillo sabor a coco para que resultasen más carnosos y apetecibles. El pelo lo dejó suelto, sujetándolo por una diadema gris; combinada con su chaqueta y sus zapatillas de la marca Converse. Llevaba un pantalón vaquero ajustado de un azul oscuro, con una camiseta también ajustada y sin una manga del mismo tono que la prenda inferior. Salió de casa, tomando la dirección a la parada del autobús.
- ¡Adiós!- gritó a su madre. Y con un portazo suave, ahogó la despedida de ella.
Se colocó los cascos en sus oídos desde el asiento del vehículo; para hacer el camino más entretenido hasta su destino. Fantaseaba con encontrar a su príncipe azul, aunque no como el de los cuentos; pues su madre siempre le decía que solo eran cuentos y que lo único que podría encontrar, era a alguien parecido. Así que decidió buscar a su príncipe desteñido.
La última palabra le hizo sonreír en su interior. No dudaba en que hubiese alguien para ella, pero no era paciente en esas cosas.
No prestó atención a su música. Sus pensamientos cantaban más alto y fuerte que las voces de aquellos artistas.
Sin darse cuenta, llegó a su parada. Bajó de un salto y se dirigió a la pequeña fuente que veía enfrente. Y sin borrar la sonrisa de su cara, se recordó que siempre intentaría hacerse feliz.
Si fracasaba, no podía temer nada; pues ya estaba su amiga para animarla. Con ella siempre conseguía ver el mundo desde otra perspectiva. Naiara era muy optimista y, en cambio, ella era lo contrario. Se ahogaba en un vaso de agua y se ponía en lo peor. Prometió a su amiga y a ella misma que intentaría sacarle partido a todo; hasta de su físico. Se sentía acomplejada. Y aunque se había llevado muchas broncas por Naiara, seguía en sus treces. Aunque a veces pensaba que no estaba nada mal; solo cuando un chico se fijaba en ella.
Los pensamientos se mezclaban con los pasos hacía su destino. Ya tenía ganas de pasar una buena tarde y olvidarse de todo, incluido del examen del jueves.

PASIÓN DE ÁNGEL- CAPÍTULO 1

El sol lucía radiante en el centro del cielo. Daba la bienvenida a un verano que parecía ser como otro cualquiera. Pero no para todos.
Aquellos rayos asomaban por las rendijas de la persiana, dando una tranquilidad a la estancia. Naiara se encontraba dentro, tumbada en su cama mientras escuchaba Al Ándalus de David Bisbal.
Sostenía entre sus manos, los apuntes de Historia. Solo repasaba, pues se lo sabía de memoria. Era una chica bastante inteligente, así que no tenía dificultad para aprenderse cualquier tema escolar. Era el examen del jueves, pero por ella, sería para el lunes que viene. Lo llevaba preparado y se entretenía tarareando la canción.
Como no podía cambiar la fecha de aquel examen, se conformaba con que llegase la tarde para quedar con su amiga Zoe. Ya estaba arreglada para la ocasión. Su melena morena estaba sujeta por un coletero rojo. Combinada con unas sandalias del mismo color, llevaba una camiseta con el dibujo de Mafalda y unos pantalones cortos de color blanco.
No faltaba mucho para las seis de la tarde.
Como cada viernes, quedaban para dar una vuelta por la ciudad, hablar de sus cosas y desconectar del instituto. Armaban por las calles, dando rienda suelta a su locura de adolescentes. Tenían dieciséis años y la palabra diversión en la mente. Lo que más gracia les hacía, era observar como las personas que paseaban, tenían un parecido facial a los que son más conocidos y salen por la televisión.
Ya quedaba menos para ver a su amiga. Había reproducido más de doce veces la melodía y se impacientaba por salir. Comenzó a recordar los buenos ratos con Zoe, esa chica rubia y un poco alocada; como ella. Delgada aunque su amiga pensase lo contrario y terminasen pegándose de broma encima de la cama de ésta.
Sonrió acordándose de ello.
Entró en el baño a lavarse la cara. Intentaba despejarse un poco. Piensa que estudiar no es bueno.
Se volvió hacer la coleta y preparó el móvil; un Motorola U9 de tapa que se lo regalaron por su último cumpleaños. Y no había recibido nada nuevo.
Al pensarlo, se entristeció un poco. Le encantaba mandarse mensajes. Le gustaba mucho pulsar las pequeñas teclas del teléfono y recibir sobrecitos virtuales. Lo que más deseaba: obtener algo de ese chico que le quitaba el sentido. Ese que le rondaba en la cabeza desde hacía tiempo y que no entendía el por qué.
Ella no era de colarse por chicos. No quería nada con nadie, pero con él era diferente. Cuando le hablaba, estaba feliz para todo el día.
Despertó de ese pensamiento y salió de casa hacia una plaza pequeña, que se hallaba a diez minutos de distancia.

Por el camino, recibió un mensaje:

“Hola hermosa, ¿qué tal estas? Yo ando en casa aburrido. Cuídate. Pablo”
.
Se sorprendió al recibir el mensaje de aquel chico que a veces ocupaba toda su atención. Y rió para sus adentros al creer que esos pensamientos habían sido adivinados por el aludido. Recordó la última vez que lo vio.

Una Semana antes…

En el instituto, comenzaba el alboroto de los alumnos por entrar en clase. No con ganas, sino con pesadez desde primera hora de la mañana. Giró su cabeza levemente y ahí se encontraba, tan guapo como de costumbre. Él estudiaba segundo bachillerato y era dos años mayor que ella, pero había repetido. Se había enterado, que era un amigo de un chico de su instituto; y pasaba todas las mañanas a verle. No tenía ni idea a qué instituto iba o a qué se dedicaba, pero le daba igual. Su aspecto de chico malo le volvía loca. El típico muchacho con pendiente en la ceja, pantalones de chándal o vaqueros anchos, y deportivas desabrochadas por la moda. Ese día iba con una camiseta ancha roja y unos pantalones azules anchos que le llegaban por la mitad de su trasero; los llamados “pantalones cagaos”. Naiara sabía que era un poco chulo y creído, pero tenía para creérselo; pues él era moreno, pelo corto de punta y por la parte de atrás rapado al uno. Los ojos eran de un color verde aceituna, y poseía una boca perfectamente delineada y gruesa. La nariz la tenía puntiaguda y pequeña, lo que le hacía una cara fina y redonda.

Volvió a pensar en cómo le conoció personalmente. Cómo hablaron y se intercambiaron los teléfonos. Aquella fiesta de disfraces que organizó ese amigo del instituto, y que invitó a todos los alumnos; pues sus padres manejaban dinero. Fue sola, acoplándose con algunas de su clase. Bailó un poco, le sonrió; y él se acercó a ella por fascinación. Estuvieron hablando y quedaron en volver a verse. Y solo se saludaban todas las mañanas en aquel instituto.
Naiara seguía en sus pensamientos, recordando a ese chico malo y viendo que ya llegaba a su destino. Se paró y decidió contestarle.

“Hola guapo. Estoy bien, gracias. He quedado con una amiga. Cuídate. Naiara”.
Enviado.
Comenzó de nuevo a retomar la marcha y dobló la esquina, acortando la poca distancia que le quedaba para llegar.
En mitad de la plaza, se situaba una pequeña fuente donde caían chorros por los lados. A lo lejos, se divisaba una chica con cabellera de color más oscuro que el sol. Naiara sonrió automáticamente nada más verla.
Mientras caminaba, pensaba en su amiga. Zoe era algo importante en su vida, por eso estaba feliz con su presencia. Se encontraba muy a gusto a su lado y era muy parecida a ella. Tenían las mismas aficiones. Les encantaban la música pop/rock y lloraban con las novelas románticas. Se sentían orgullosas por la locura que desbordaban, y bromeaban diciendo que no tenían solución.
Naiara se consideraba una chica algo madura para su edad. Siempre luchaba por lo que quería fuera como fuese. Cuanto más le costase, más empeño le ponía. Y era algo de lo que se sentía afortunada. Otra cosa de la que se sentía bien, es que miraba el lado bueno de las situaciones por muy complicado que pareciesen. Era optimista y eso le hacía estar orgullosa consigo misma, pues ayudaba a la gente y le encantaba.
Sin que Zoe se diese la vuelta, ella seguía su camino, a punto de llegar hasta su amiga.